viernes, 15 de agosto de 2008

Hacerlo todo en sólo 38 minutos por Gemma Mengual



De nuevo en Pekín, con ojeras como bolsas de basura. Volvimos a la Villa Olímpica desde Shanghai alrededor de las dos de la madrugada (desplazamiento desde el aeropuerto, pasar controles y toda la inevitable rutina previa) y a las ocho, en pie. Había entrenamiento previsto a primera hora de la mañana.
Quizá algún lector se pregunte cuánto dura un entrenamiento de natación sincronizada. Respondo: normalmente, antes de las grandes competiciones, preparando coreografías y ejercicios nuevos, podemos hacer sesiones de hasta ocho horas o más. Pero aquí, en Pekín, las sesiones duran exactamente 38 minutos de reloj. Ni medio segundo más.
Me explico: ayer el entrenamiento tuvo lugar en la piscina estupenda (50 x 25 metros) de una universidad de la ciudad. No sólo el nuestro, sino el de todos los equipos que competirán en estos Juegos. Son sesiones con música y en condiciones de competición; es decir, a toda leche; una especie de ensayo general, vamos. Lógicamente hay turnos para cada equipo porque los entrenamientos son privados para evitar que otros puedan copiarte algún elemento determinado.
La organización de estos Juegos, intachables, es tan escrupulosa que a los 38 minutos exactos te cortan la música de cuajo y tienes que irte con ella a otra parte. Lo de 'venga, enróllate, diez minutitos más' aquí no cuela. Son absolutamente cumplidores y me parece bien, porque en caso contrario esto sería una olla de grillos. Afortunadamente, por la tarde dispusimos de 38 minutos más.
Hoy entrenaremos en el 'Cubo', en el pequeño lapso en que Michael Phelps y compañía dejan de ocuparlo entre las finales de la mañana y las series vespertinas. Ese tiempo tenemos que repartírnoslo entre todos los países. Es importante prepararse en el escenario de la competición sobre todo por las sensaciones, es básico familiarizarse con el lugar, saber dónde está cada cosa.
Los voluntarios son encantadores. El primer día que llegamos uno de ellos, que casi no hablaba inglés, me ayudo a llevar las maletas y siempre me busca. "¡Gemma, Gemma!", me dice. En cuanto me ha visto de regreso se ha apresurado a venir y saludar. Luego me ha dado su pulsera y me ha dicho que la guarde, que nos traerá suerte. Ojalá




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